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Hoy celebramos a los santos Timoteo y Tito, dos fieles siervos del evangelio y del apóstol Pablo. La figura de Timoteo resalta como la de un pastor de gran importancia. Compañero fiel y valioso auxiliar de San Pablo. Juntamente con él recorrió la Frigia y la Galacia, después de haber evangelizado Asia Menor, se trasladó a Europa y anduvo al lado de su maestro, regresando más tarde a Jerusalén.

No fue fácil la vida de misionero de Timoteo, que respeta, admira y quiere mucho a Pablo. Acompaña a este hombre fiel en un viaje que lo llevará muy lejos del calor de su hogar. Explorando a pie y en barco, se enfrentaron a abundantes peligros en su travesía.

¿Por qué decidió el joven Timoteo darle ese rumbo a su vida? ¿Por qué dejarlo todo para recorrer el mundo? Porque la esperanza que tenían era tan fascinante, que hacía que los padecimientos del momento valieran sin duda la pena.

Hoy son muchos y muchas que dejando todo atrás, y con una fuerte fe, se embarcan en la aventura de la evangelización. Miles de apóstoles por todo el planeta Tierra portando el mensaje de Cristo, como hizo Timoteo. Personas con un gran corazón donde dan cabida a todo el mundo, pues a todo el mundo han sido enviados a predicar.

«Señor mío: ¡cómo os dignáis a quererme con este amor tan fuerte que volaría a la China, África, al Japón a decir aquellos hermanos vuestras finezas inexplicables! …”. (Madre Trinidad Carreras)

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