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¡Adoremos a Dios, en Espíritu y en verdad!

«De Cristo en la Eucaristía, al mundo sediento de Dios´´. Cien años de amor a la Iglesia.

Cien años de Amor a la Iglesia. ¡¡¡Alabado sea Dios!!!

Wewelekete Hulu, hulu!!! (Cómo se expresa la alegría en mi tierra).

Cien años han sido vividos con mucho amor y dedicación al servicio de Dios.

Con gran alegría yo, Sor Teresa de Jesús Chiangalala, de nacionalidad angoleña, nacida en Namibe en misión en la Arquidiócesis de Luanda, Comunidad de Cristo Rey, hija y miembro de esta gran familia eucarística, con cinco años de vida religiosa desde mi primera profesión, que primero expreso gratitud por la oportunidad y gracia que me brindan de ser testigo de lo que significa para mí el primer centenario de la Congregación y mi experiencia como Esclava de la Eucaristía.

Celebrar cien años de existencia de la Congregación es mirar la historia de la congregación desde su fundación hasta hoy, es alabar y agradecer a Dios por su permanencia con la originalidad de su carisma y misión hasta hoy, es agradecer al Espíritu Santo quien conduce y guía esta familia bajo la protección de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, mira al pasado con gratitud, especialmente a las hermanas mayores que hicieron todo lo posible para mantener vivo y abierto el legado de nuestra Madre fundadora, agradecer a todas las hermanas que en medio de tantas dificultades, hicieron todo lo posible para ampliar la Congregación como alguna vez lo deseó nuestra Madre fundadora. Todo gracias al corazón abierto y generoso de nuestras queridas hermanas al dar esta apertura que permite a la Congregación crecer no sólo en número, sino en calidad a través de la formación dada en cada una de manera que nos haga más cristianas, más humanas y más felices a través de la elección que hacemos, cada uno de nosotros eligió. Es también agradecer a todos los que caminan con nosotros en nuestro apostolado, los sacerdotes, los laicos, los colaboradores, los estudiantes y finalmente la sociedad en general que nos dan motivos para doblar la rodilla ante Jesús Eucaristía y ser agradecidos cada día, por el don de la vida y el don de la vocación.

Convertirme en Esclava de la Eucaristía fue para mí un regalo recibido de Dios con gracias inconmensurables por el Don de la Vocación, me siento feliz y bendecida de tener cada día expuesta la presencia de Jesús en la Eucaristía, privilegio que Él me ofrece en la primera comida. de Su Pan participando en la mesa del altar y luego siendo una extensión de Su sacrificio ofrecido en la cruz en Adoración, para expresar cuánto Lo amo y cuánto Lo admiro. Es todo una gracia, gracias Madre Trindad. Convertirme en Eucaristía, además de llevarme a identificarme con Cristo, me hizo tener una pasión muy fuerte por cuidar a los enfermos y a los ancianos, llevarles el Viático y sentir la alegría que cada uno expresa al recibir a Jesús en su presencia. propios hogares y en sus vidas, se sientan reconfortados y aliviados por la presencia de Cristo. Me siento feliz por eso. El ser con los jóvenes de la parroquia, compartir la palabra, escucharlos y sentir con ellos lo que cada uno lleva, preparar la liturgia con celo y fervor para animar al pueblo de Dios, estar presente cuando me necesitan, todo esto me lleva para decirme al final de cada día, oh Padre amabilísimo de mi Madre, oh corazón adorable… Mi eterna gratitud por todo, porque a pesar de mis limitaciones y debilidades, siento el llamado de Dios cada día, y cada día que pasa me siento cada vez más enamorada de esta Familia Eucarística que me ofrece todo para ser mejor tanto en la vida espiritual como en la humana. Alabo y agradezco a Dios una vez más por ser parte de esta historia, por ser futuro-presente como lo refirió nuestra Madre en sus escritos. «Si Cristo es la meta, ¿qué nos detiene? ´´ Dijo M. T. Es también una oportunidad para pedir perdón por lo que, por fragilidad humana, no pudimos servir a la Congregación. Agradecemos a nuestras Madres, a nuestras superioras, a nuestras formadoras y a quienes hacen todo lo posible para mantener viva y creciendo esta Congregación. Que nada nos detenga y que sigamos con este espíritu de fe y dedicación por el bien de la Santa Iglesia. Que en este espíritu festivo que a todos nos emociona, llevemos Jesús Eucaristía a las almas sedientas. Viva Jesús, Viva la Madre Trinidad, Viva la Congregación. Felicitaciones por ser parte de un solo ideal.

Hermana Teresa de Jesus Chiangalala.

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