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#ExperienciasESSE

Siempre hemos escuchado eso de: “es bueno ser como el camaleón”, “adaptarse como el camaleón”, “ser camaleónico”. Y bueno, con tantas veces que lo he escuchado, me lo terminé creyendo. Hasta que un día, camino a uno de los poblados donde trabajábamos en la misión de Angola, vimos uno. Si, eso, un camaleón.

Mientras  charlaba con una de las hermanas autóctonas, sobre qué canto entonaríamos de Comunión, le dije: – El que quieras, nos adaptamos, hay que ser camaleónico.

La hermanita me sonrío y con ganas de ocupar en “altos pensamientos” el tiempo camino al caserío me dijo en su perfecto portugués (traduzco):

– Pues no siempre es bueno ser tan camaleónico. Te contaré algunas cosas del camaleón que quizás no conozcas y no son buenas para nuestra vida espiritual.

1- Los camaleones tienen ojos únicos y perfectos, tienen una vista tan buena que les deja ver pequeños insectos hasta de 5 mm desde una larga distancia. Piensa, cierto es que tenemos que tener los ojos abiertos, pero abiertos a Dios. A veces, tan fina visión, podría hacernos ver la “paja en el ojo del hermano” y perder el punto único de nuestra mirada, Jesús y en Él, entonces, todo lo demás.

2- Lo interesante es que cambian de color, no sólo para camuflarse con el entorno, sino cuando cambian de humor, la luz varía o la temperatura del ambiente/corporal sufren un cambio brusco. Pero hablando de camuflarnos con el entorno… Piensa: podemos querer mimetizarnos con nuestro círculo social tanto, de una forma tan almalgamada, que olvidemos aquello que somos. Ser camaleónico está muyyyyyy bien, pero siempre que no comprometa tu opción por Cristo. Es justo en ese límite donde tenemos que dejar de serlo, para ser claramente de y para Jesús. ¿Entiendes?

¡Como para no entender! Mientras me contaba aquello, los muchos camaleones que habitan aquellos parajes cambiaban de color a nuestro paso, mientras reflexionaba aquella sabiduría nacida de mirar la naturaleza y sentirse parte de ella, viva e integrada.

-Por último te diré lo que menos me gusta del camaleón si lo aplicamos a nuestra vida. ¿Sabes que su lengua mide dos veces su cuerpo? Si, eso le permite alimentarse porque son muy lentos. Lo de la lentitud no es un problema si se avanza a buen paso, pero tener la lengua muy larga, siempre crea más problemas que beneficios, trae enredos. No es hablar el problema, el problema es “cuando la lengua no se utiliza para lo que se debe”. Así que es buenísimo ser comunicativa, pero siempre para edificar, para crecer en virtud, para ser más de Dios.

El camino restante, trasncurrió entre orquideas y ¿cómo no?… camaleones; entre flores, animales y más pensamientos de Dios, porque aquello que me contó mi hermanita de comunicad, cambió la percepción de aquel proverbio, que nos impulsa a ser cameleónico. Ahora lo entiendo, “solo para hacer el bien”.

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