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Soy la hermana Rosa Carreira, pertenezco a la Congregación de religiosas Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Soy natural de Vila do Conde, arquidiócesis de Braga, distrito de Porto. Fue en Braga donde hice toda la formación inicial para la vida religiosa, allí pronuncié mi “sí” públicamente para la consagración religiosa.

Después de los votos perpetuos estudié Ciencias religiosas en la Facultad de Teología, en Braga. En esta diócesis realicé mi misión tanto en el Colegio de la Congregación como en la Iglesia local; formé parte del equipo de pastoral vocacional de la archidiócesis de Braga y del equipo de la CIRP regional Braga. Me sentía feliz con la misión confiada, pero el día 12 de julio de 2012 fui llamada a dejar esta misión y mi país para volar más lejos.

Hasta ese día pensaba que no conseguiría, ni tenía vocación para ser misionera Ad gentes, pues estaba demasiado bien en mi zona de confort. Aún cuando el señor por medio de mis superioras mayores, me hizo entender que la comunidad madre Trinidad de Dilor en Timor Leste, necesitaba de mí, quede desconcertada, al punto de no saber qué decir ni qué hacer.

Llore y recé, recé, recé para que Dios me concediese la luz necesaria para responder fielmente a su voluntad. Después de intensas horas de oración y adoración, delante del Santísimo Sacramento, el día 13 de julio obtuve mucha luz y gracia y respondí a esta llamada con las siguientes palabras: “Jesús Eucaristía, si esta misión que la congregación me está pidiendo es tu voluntad: aquí estoy puedes enviarme”. Y poco a poco fueron resonando en mi corazón con más fuerza las palabras de la fundadora de mi Congregación : “Señor , cómo os dignáis favorecerme con este amor tan fuerte! Me apetece volar a China, a África, a Japón, para comunicar a aquellos hermanos vuestras inexplicables delicadezas!”. (Madre Trinidad ) Por eso cuando Dios quiere un proyecto y nosotros nos abrimos a su acción transformadora, lo que parece imposible y difícil se vuelve posible y hasta reconfortante.

De hecho, el señor me envió y en este momento me encuentro en Timor Leste, desde el día 1 de diciembre de 2012. Esta mi primera misión Ad gentes, ha sido una gracia, un don de Dios en mi vida y al mismo tiempo un constante desafío: el aprender una nueva lengua y cultura (es de hecho volver a ser niña y re-aprender a hablar), adaptarme al clima, la falta de medios, etcétera. Pero me siento muy feliz y agradecida al Señor por haberme llamado a dejar todo y a “inmolar” lo que más amaba en la vida como Abraham, para vivir la misión junto a este pueblo sufridor y luchador. Está siendo una experiencia gratificante de otra realidad completamente diferente a la que vivía en Portugal. Experimento todos los días que la alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no se puede excluir a nadie; así fue anunciado por el ángel a los pastores de Belén: “no temáis, pues os anuncio una gran alegría, qué será para todo el pueblo “. (Lc 2, 10)

Mi día a día como misionera Ad Gentes es muy sencillo, de la contemplación a la acción y de la acción a la contemplación: antes que nada rezo, participo en la Eucaristía, hago la adoración al Santísimo Sacramento, pues “de la Eucaristía viene el dinamismo contemplativo apostólico y misionero de toda la vida de una esclava de la Eucaristía “. LA EUCARISTÍA nos fortalecen la misión de educadoras y anunciadoras De JESÚS y de SU REINO. Soy llamada a “ser una extensión y prolongación de Jesucristo Eucaristía “. (M.T.) en aquello que hago, como por ejemplo: visitar a los enfermos; cuando es necesario, presidir las celebraciones de la Palabra; colaborar en la realización de encuentros de formación para los jóvenes; enseñar a los niños a adorar a Jesús Eucaristía; en la responsabilidad que tengo en la formación de las jóvenes aspirantes que viven en mi comunidad; con la ayuda de la comunidad, dinamizar una obra social, que apoya una media de 300 niños por día; dar clase de lengua portuguesa, etc.

Esencialmente, procuro COMPARTIR Y TESTIMONIAR EL AMOR Y LA ALEGRÍA DE JESUCRISTO con todos aquellos que se van cruzando conmigo. Porque “ser discípulo significa tener la disposición permanente de llevar a los otros el amor de Jesús; y esto sucede espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino.” (Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Nº 127) Continúa el Santo Padre: “para ser evangelizadores con espíritu es preciso también desarrollar el placer espiritual de estar cercanos a la vida de las personas, hasta llegar a descubrir que esto se vuelve fuente de una alegría superior. La misión es una pasión por Jesús, y simultáneamente una pasión por su pueblo.” (E.G. Nº 268)

La pasión por Jesús y por el querido pueblo de Timor Leste es lo que me hace ser una misionera Ad gentes feliz y apasionada por la misión. Apreciado lector, si algún día sientes que Dios te llama a ser misionero(a) Ad gentes no te quedes indiferente, respóndele con generosidad y serás un(a) privilegiado(a).

 

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