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Hoy, 15 de abril, celebramos el 67 aniversario de la muerte de Madre Trinidad, nuestra fundadora. Y como cada día, queremos dar gracias a Dios por el don de su vida y de su carisma.

Analizando los escritos de Madre Trinidad, no se sabe qué admirar más; si el candor de su niñez, la fuerza impresionante de su voluntad en la juventud, la intrepidez y la fe a toda prueba en la edad madura, o la serenidad en su ancianidad. En todo momento a lo largo de su vida, su corazón late en la misma dirección: buscar siempre la Voluntad de Dios.

Apoyándonos en las vivencias de Madre Trinidad, la fe es:

* Adhesión a un Tú: Dios, que me sostiene y me concede la promesa de un amor indestructible.

“Tan misericordioso es Jesús Divino que da a mi alma, por sólo su amor y misericordia, una fe… un atractivo tan fuerte, que no puedo separarme de su adorable presencia, que le veo en todas las cosas prósperas o adversas, siempre le siento dentro de mí, conmigo en el dolor y en el gozo, y me explico aquel “vivo yo, mas no yo, sino Cristo vive en mí.” de San Pablo.

“Yo, con fe no puedo más que seguir a Jesucristo hasta el martirio si fuese necesario.”

“Iba segura de su mano divina, llena de fe y contentísima en obedecer… pues nunca recuerdo haber hecho mi voluntad en nada, sino la suya.”

* Vivir aferrados por Cristo. Creciendo en esa fe al contacto asiduo con la Sagrada Escritura y los Sacramentos.

“Él, dio valor a nuestro espíritu que lleno de fe y entusiasmo siguió el amoroso llamamiento de su Amado sin que nada, ni nadie, se lo pudiese impedir.  …que el amor exige con la fuerza de una poderosa necesidad, y que sólo parece encontrarse en el Dios de la Eucaristía.”

“El alma de una capuchina adoratriz, que dedica toda su fuerza a la santa oración al pie del santo tabernáculo, desde donde recibe a torrentes, luz, bendiciones, gracia y fortaleza, con las armas de la oración y la penitencia, vendría muy bien a imprimir su espíritu de fe en las almas inocentes de la niñez, imprimiendo en ellas, como fuego de amor, el amor de Dios y del prójimo que regenera el mundo.”

* Comunión con la Iglesia. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe.

“Mucha vida interior, mucha vida interior, mucha vida interior y mucho amor a la Iglesia.” (Papa Pio XII a Madre Trinidad)

“No os puso el Señor en el campo de su Iglesia para vuestro único provecho. Sed útiles a tan santa madre que en estos tiempos más que nunca necesita cooperadores en su apostolado.”

* Redescubrir en nosotros el deseo de Dios que todos llevamos dentro.

“…parecía sentir un aliento y fe que fortalecía mi debilidad, que fue mucha, tuve momentos horribles, hasta que Jesús se posesionó de mi corazón y me fortaleció… repitiendo con san Pablo: «Todo lo puedo en Dios» (Flp 4,13).”

“¡Alienta y aumenta nuestra fe y amor Jesús mío!… Y enséñanos el camino de darnos a ti sin reserva, como cosa tuya;”

“(Jesús es el) único capaz de corresponder a las fuertes y dulcísimas ansias de mi corazón!”

¡GRACIAS, MADRE TRINIDAD!

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