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Me llamo Eugénia Maria Cailana, pertenezco a la Congregación de Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios.

Nací en Sendi-Lubango, un pueblo de Angola. Desde mis 7 años me gustaba siempre ir a la iglesia que estaba cerca de casa. No me acuerdo si era católica, lo cierto es que todos los días a las 6 de tarde, pedía a mi madre para que me arreglara y salir corriendo a la iglesia a rezar.

A los 9 años me fui a vivir a la Capital, Luanda, a casa de mi tío. Eran todos cristianos muy devotos Rezábamos todas las oraciones, sobre todo al levantarnos, comer y acostarnos. En los tiempos fuertes, hacíamos voluntariado en las parroquias. Poco a poco fui tomando conciencia de la vida y empecé a convertirme y recibí los sacramentos. Entonces sentí algo que me inquietaba en el interior. A los 11 años, sentí que la vida de oración que llevaba en casa no era suficiente y me vino la idea de entrar en el convento con la esperanza de tener más horas de oración con el Señor. Me inscribí en el grupo de los vacacionados de mi parroquia. Empecé a conocer a las monjas clarisas con las que participaba en algunos encuentros. También tenía a la congregación de Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, en la comunidad de Cristo-Rey. Después de cuatro años participando de los encuentros, al final me enamoré de Jesús adorado en la Eucaristía.

En enero de 2006 las Esclavas de la Eucaristía me propusieron hacer una experiencia de un mes en una de sus comunidades, Catete, Luanda. La experiencia fue inolvidable. El primer contacto con el carisma de la congregación fue impactante: ya me sentía miembro de la comunidad. Cuando terminaron los días de experiencia, una de las hermanas, sor María Mamanela, me pidió le explicara mi experiencia durante aquellos días con las hermanas. Manifesté mi satisfacción y alegría vividos. Y me dio la gran noticia de poder entrar como aspirante ese mismo año.

El 28 de enero de 2006, a los 15 años, entre feliz en la congregación de Esclavas de Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Durante los primeros años fue madurando mi vocación en el seguimiento con Jesús y fui conociendo más a fondo la vida y carisma de la congregación. Fueron unos años inolvidables junto a 8 jóvenes que compartían el mismo objetivo.

Después de tres años de aspirante, primera etapa de la vida vocacional, y ya con 18 años, tenía clara mi vocación: seguir a Jesucristo hasta la muerte y vivir entregada tal como lo hizo Jesús, mi gran maestro. Con la decisión firme, empecé mi año de formación como postulante y luego de novicia durante dos años más. Profundicé el carisma y apostolado de la congregación y sobre todo fortalecí mi relación con Jesús.

Terminado el tiempo de noviciado, pedí para hacer mis primeros votos. Tenía 22 años. Y así, el 15 de Diciembre de 2012, se cumplió mi sueño de ser consagrada por Jesús en mi Congregación. Fue un día maravilloso, rodeada de mi familia y las personas que me quisieron acompañar en este gran día. Como el nombre de nuestra Congregación dice, soy “esclava” del Señor, a ejemplo de la Madre de Dios.

Desde el principio no tuve miedo de tomar decisiones, sino quería crecer más en la fe y en el seguimiento de Cristo.

Después de dos años como profesa en mi tierra, me destinaron a la comunidad de Madrid, en España. Aquí terminé mis nueve años de formación como juniora. No dudé en escribir a la Madre General para que me aceptara en mi entrega definitiva a Cristo, en la Congregación como Esclava de la Eucaristía.

Me he entregado definitivamente a la misión de Jesús.  Hoy soy una hermana de votos perpetuos, que a mis 32 años, procuro vivir a ejemplo del Maestro y que en la adoración de cada día saco todas las energías para afrontar el día a día. Quiero vivir mi vida de consagrada en una total entrega, sin reservas y ni miedos.

Solo una palabra. No hay que tener miedo a tomar decisiones. Si me considero fuerte, entones puedo lanzarme al que TODO LO PUEDE… ¡Un amor invisible a los ojos pero, presente en cada situación cotidiana aunque sea difícil!

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