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Cuenta a historia que una vez, cierto Canario de gran abolengo y renombre, vivía en una hermosa jaula de oro. Cada vez que pasaban por su lado las bandadas de palomas o gorriones, el canario real, les miraba desde su jaula. Se advertía un gesto de superioridad en su cara y repetía al verlos volar:

-Ellos son libres, pero yo en mi castillo de hierro y oro, estoy seguro: no me perderé en el camino, nunca me llenará el lodo las alas al llover, las águilas no revolotearán mi cabeza,no se agotará mi comida en invierno. Tengo todo, todo menos la libertad.

Pasó el tiempo y pasó, y la despensa comenzó a verse disminuida por un invierno que había sido muy duro. En el cielo, las primeras aves migratorias saludaban al pajarillo, llevando en sus picos las ramas de sus nuevos nidos; algunas se habían adelantado a recoger las primeras semillas para rellenar las despensas saqueadas. Las nevadas habían sido violentas, pero ellos eran más fuertes. Mientras, desde la seguridad de la enorme jaula de oro, el pajarillo seguro, se veía privado del instinto de recolección, de acondicionar los nidos, de preparar el hogar para la primavera. Seguro, sí, pero privado de cualquier aventura. No arriesgaba, pero tampoco evolucionaba. Así una y otra vez, hasta que al pasar las palomas y gorriones por la ventana este año, descubrieron la jaula vacía.

A veces nos escondemos en nuestras propias seguridades sin arriesgar nada, sin querer salir de nuestras jaulas de oro. A veces pasa el invierno una y otra vez, sin aventuras, sin poder contar cómo nos ha ayudado el camino, cómo somos más raudos, más veloces, más fuertes, con más fe. Todo por negarnos nuestro instinto de búsqueda y de peregrinación, de tropezarnos, de caer y volvernos a levantar.

Este camino de Cuaresma es maravilloso, porque en la debilidad del viajero sediento, cansado y necesitado, se nos descubre un camino de redención, que solo al contacto con Dios, se sana. Es una herida de amor que precisa ser llenada, curada y amada por Dios. El miedo al camino puede inmovilizarte; el amor de Dios, te hará avanzar.

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