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Mi Historia Vocacional Hola, me llamo Teresa Ndjambela Sangueve, religiosa perteneciente a la congregación de Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Nací en la comuna de Baba que dista más o menos 50 km de Moçámedes capital de Namibe en Angola. Actualmente, vivo en Madrid, capital de España. Antes de hablar de mi itinerario vocacional, quiero en primer lugar agradecer la invitación que me hizo la Congregación para narrar mi historia.

El proceso de “mi” vocación empezó cuando algunas Hermanas de la Congregación hacían pastoral en una pequeña iglesia que llamábamos capilla de la Inmaculada Concepción que actualmente se llama Centro Santa Ana y San Joaquín en Namibe. Me impresionaba muchísimo la alegría que relucía en sus rostros y con cuanto cariño atendían a la gente. Desde mi antiguo barrio “Tinguita” se podría visualizar la parroquia madre de la ciudad que se llama Santo Adriäo. Por las noches, iba siempre a una pequeña montaña que está cerca de las casas y ahí me cuestionaba el cómo vivía aquella gente ubicándola imaginariamente dentro de aquella parroquia.

A los religiosos, “en aquella época las conocía como personas del cielo” porque no pasaba en mi mente que también tuvieran familias y que tenían sus tierras exactas de nacimiento”. Con lo cual, me costó muchísimo acercarme a las Hermanas y explicarles que yo sentía que algo fuerte pasaba dentro de mí y que quería ser como ellas. Por eso, en un primer momento, les pregunté si querían chicas para trabajar en sus casas (comunidad) pero la intención era realmente otra. Las hermanas intuyendo mi real intención, empezaron a hablarme del seguimiento de Cristo y pasaron a visitar y hablar con mi familia. Pasado algún tiempo en 2002, me invitaban a pasar algunos días con ellas en la comunidad y era un cielo en la tierra.

Pero llegó un día que mi familia un poco enfadada me interrogó de qué estaba buscando realmente . Tampoco ellos entendían lo que realmente rondaba dentro de mí. Pero las Hermanas hicieron todo para que yo siguiera el trascurso. En 2004 ellas buscaron una plaza en la comunidad de Lubango “Abrigo Anjo da Guarda” pero fue imposible porque no había plaza en el Instituto, evitando de esta forma que perdiera el curso escolar; entonces he tenido que esperar hasta que en 2005 me mandaron para la comunidad de Santa Clara en Odjiva, capital de la provincia de Cunene. Mis padres, sobre todo mi madre, no estaba preparada para esta separación. Parecía que me iba a morir de tanto llanto en la que la dejé (aunque luego, pasados algunos meses, también empezó a animarme a seguir este camino). Era para morirme de culpabilidad. Entonces, me han acompañado a la estación de autobuses la Hermana Luisa Nana Tyipuku y mi padre al que llamo mi “promotor vocacional” porque a pesar de sus pequeñas resistencias me ha apoyado muchísimo. Fue a partir de la experiencia que hice en Odjiva, que empecé a tener la plena consciencia de que las religiosas también tenían sus padres y demás familiares y que no venían del cielo. En 2008 empecé el postulantado, en 2009 el noviciado y en 2011 hice la primera profesión religiosa. En 2012 me destinaron a España junto con mis Hermanas compañeras de profesión y en 2018 profesé perpetuamente. Durante este itinerario, he vivido momentos de gozo y también de oscuridad. Pero nunca me han faltado el amor y la fuerza del que me ha llamado, el amparo y el cariño de mis Hermanas de la Congregación y el apoyo incondicional de mis padres. Puedo decir, que “mi” vocación es un regalo de Dios; un paso de misericordia y de amor de Dios para conmigo. Me siento muy agradecida y vivo muy feliz por este regalo que el Señor me ha hecho. Ruego a Él que cada día me enseñe a buscar siempre su voluntad y que cuide de esta semilla que ha sembrado en mí de manera que vaya dando los frutos que Él espera.

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