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El 3 de octubre, en Cabo Verde, pusimos el broche al Centenario con una Eucaristía de acción de gracias presidida por el Padre Ireneo Correia. Nos reunimos como familia en torno al altar y, de un modo muy especial, sentimos el apoyo y la cercanía de la Superiora General y de su consejo, signo de comunión y de unidad en el mismo carisma.

Después, la celebración se volvió alegría compartida: ballet, música, danza, y una comida sencilla donde lo más importante no fue el menú, sino el encuentro. Aquel mismo día abrimos oficialmente el curso 2025/2026, casi como un gesto espontáneo de confianza: de la memoria agradecida del pasado pasamos, sin cortes, a la disponibilidad para lo que Dios quiera seguir escribiendo con nosotras.

Nos quedamos con el corazón lleno. Cien años después, podemos decir con verdad que el Señor ha sido fiel y que la mejor respuesta es seguir sirviéndole con alegría y sencillez, allí donde la Providencia nos coloque. Y dejamos que sea la propia Madre Trinidad quien ponga palabras al fondo de lo que sentimos: «El Señor sea con nosotras para que siempre le sirvamos con fidelidad.»

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