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“La Santísima Virgen quiere que recojas las almas abandonadas y pobres y las acerques a la Sagrada Eucaristía.”
— Madre Trinidad.

¡Demos gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!

Acabamos de vivir una experiencia profundamente transformadora: el Congreso Internacional de Educación “Soru Esperansa”. Han sido días de gracia, encuentro y reflexión sobre nuestra misión educativa, que como Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, vivimos como prolongación del amor de Cristo Eucaristía hacia los más pequeños y necesitados.

Damos gracias a Dios por todos los participantes y colaboradores que, con generosidad y alegría, han hecho posible este encuentro. Sabemos que el bien sembrado durante estos días dará fruto a su tiempo. Que todo lo compartido se traduzca en obras concretas al servicio de la verdad, del amor y del Reino.

Pero la mayor alegría de estos días ha sido, sin duda, la inauguración y bendición de la nueva Escuela Naroman Esperança, en Gleno, en la parroquia Nuestra Señora de la Gracia. Nuestro corazón se llenó de emoción al ver a Dom Virgílio do Carmo da Silva, nuestro querido cardenal, bendecir este lugar que desde hoy se convierte en un espacio consagrado a la esperanza, a la verdad y al amor. Allí, bajo la mirada de María, tantas almas pequeñas serán acogidas, formadas y guiadas hacia el Corazón Eucarístico de Jesús.

En el marco de esta bendición, celebramos también un doble jubileo: los 150 años de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret y los 100 años de nuestra querida Congregación. ¡Cien años de adoración, entrega, educación y servicio, desde aquella llamada que sintió nuestra Madre Trinidad a recoger a los corderitos dispersos y llevarlos a la fuente viva que es Jesús Sacramentado!

La escuela lleva el nombre Naroman Esperança, “Luz de Esperanza”, y eso es exactamente lo que deseamos que sea: un faro que ilumine la vida de tantos niños y jóvenes, especialmente de los más pobres, como soñó nuestra Fundadora. Que cada aula sea una custodia viva donde se adore a Jesús en cada niño, en cada gesto de amor, en cada palabra que edifica.

Hoy, como Esclava, elevo mi acción de gracias a Dios por haberme permitido ser testigo de su obra. Y con todas mis hermanas, repito: Señor, todo es para tu gloria. Que nunca falte en nuestras comunidades el fuego de tu amor, ni en nuestros colegios la ternura que conduce a Ti.

¡Gracias, Señor, por tu fidelidad! Que Naroman Esperança sea siempre tierra santa donde se cultive el amor y se alabe tu Nombre. Amén.

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