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Soy la hermana María Mamanela, de nacionalidad angolana y residente en la capital del país, Luanda.

Mi camino vocacional comenzó cuando tenía sólo 15 años. ¿Cómo surgió? En mi barrio vivía una joven muy peculiar, yo la veía pasar todos los sábados a las 8:00, iba a los encuentros vocacionales. Yo sentía algo en mi interior y no entendía lo que era, cierto día leyendo algunos pasajes bíblicos del Nuevo Testamento, me encontré con el siguiente pasaje que decía: “Si alguien quiere seguirme que se niegue a sí mismo, tome su Cruz y me siga“. Estas palabras me inquietaron, busqué lo que querían decir y finalmente esta joven llamada Paula Kuhula, me llevó al grupo de vocacionados y ahí poco a poco fui entendiendo. En los encuentros, cuando nos presentaban los carismas de las congregaciones, me gustó mucho la vida contemplativa y escogí las monjas dominicas que tienen un monasterio en Benguela.

En 1987 me fui a presentar junto con otras amigas. Aquel día quedé muy contenta de las monjas de clausura. Después de varios encuentros vocacionales en el 88 en el mes de agosto, las monjas me invitaron a hacer una experiencia de 15 días y para mí fueron unos días de retiro y formación, pero sin saber el proyecto que las hermanas tenían para mi. Terminado este tiempo volví a casa de mis padres. El día 7 de octubre de 1988 entramos una amiga llamada Angélica Cecilia Mande y yo. Este día fuimos acompañadas por nuestros familiares y tengo que decir que fue un día muy especial para mí. El día 20 de agosto de 1989 comencé el postulantado y al año siguiente el día 20 de agosto inicié la etapa del noviciado. A lo largo de estas etapas fui descubriendo cuál era realmente mi vocación y así entré en crisis pues, a pesar de estar viviendo el carisma dominico, después de haber leído el libro de San Francisco de Asís titulado “El pobre de Asís” me sentí apasionada por la vida del Santo. Fue en 1991 después de una novena al Sagrado Corazón de Jesús cuando vi claro que mi vocación era para la vida activa y no contemplativa. Fue duro para mí y cuando hable con la madre maestra ella se sorprendió.

El mes de julio del mismo año salí de la clausura para casa. Para mi familia fue un choque grande pues ya estaban conscientes de que yo había entrado para no salir nunca. La vivencia de la clausura fue para mí bonita, fue la primera experiencia de aprendizaje en mi vida.

Ahora empieza la otra página de mi vida vocacional.

Estando en casa de mi madre sentí otra llamada. Cierto día fui a la casa parroquial y el párroco me dio un librito con el título “Una flor en la Iglesia”. Lo leí y lo termine el mismo día pues tenía pocas páginas. Me gustó la vida resumida de la Madre Trinidad del Purísimo Corazón de María. Yo ni sabia si la congregación existía en Angola, hablando con el padre me dijo que sí tenían casa en Luanda y en Catete. Escribí una carta para la hermana María de Lourdes la cual me respondió rápidamente y para mi sorpresa la carta vino ya con el transporte y así el día 19 de noviembre de 1991 viajé a Luanda con el entonces párroco Padre Antonio Troncoso. Este día entré en la congregación y fui bien recibida en catete y me siento feliz hasta hoy en mi opción vocacional. Las hermanas Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios me marcaron mucho pues desde el primer día me sentí atraída por el Sagrario, la adoración al Santísimo sacramento tal como la vivía en la clausura me llena y me da fuerzas para continuar caminando en esta senda, buscando siempre la voluntad de Dios a través de los hermanos. Cuando entré encontré un grupo de 7 jóvenes pre-postulantes a las cuales me uní y caminamos juntas. El día 15 de agosto del 92 comenzamos el postulantado y el año siguiente, el mismo día, iniciamos el noviciado. Terminados los dos años y profesamos el día 20 de agosto de 1995 en Catete, casa que me acogió desde el primer día.

Esta es mi trayectoria con mucho cariño.

Hermana Maria Mamanela.

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